Google
 

4 ene 2010

Montevideo y Buenos Aires, ¿parecidas?


Después de siete días en Uruguay me pasé otros tantos en Argentina y aunque el plan era poder ir a Bariloche y Rosario, sólo fui a Buenos Aires y La Plata. Dias bastante agradables como calurosos (este año tuve 2 inviernos y 2 veranos) de temperatura de 30 a 35 grados aunque por ahí dos días con lluvia refrescante. Para quien no sepa, en Buenos Aires hay una diferencia de 3 horas con la Ciudad de México y en Diciembre-Enero viven su verano, es una ciudad-puerto de clima caluroso y húmedo en esta temporada. Lo primero que resalta en la ciudad es su bella arquitectura francesa de la mayoría de sus edificios del primer trienio del siglo XX, después de éstos predominan los edificios simplones de oficinas sesentero y setenteros y una nueva e incipiente camada de edificios vanguardistas, algunos en construcción.


El imponente edificio del Congreso en Buenos Aires

En realidad si, como ellos mismos dicen, parece una ciudad europea, pero no pensando en París, Londres o Roma, sino en Budapest, Varsovia o Bucarest, o sea del ex-bloque socialista bajo tutela soviética, pues se presenta un descuido en el mantenimiento de sus servicios, con mucha basura en las calles, indigentes al por mayor y en general infraestructura vieja y cerca de la obsolescencia. A diferencia de su muy cercana Montevideo en Uruguay que es una ciudad modelo, más chica si, pero muy limpia y donde los servicios brillan por su eficiencia y ecología, de hecho en todo ese bello país es admirable esa situación. De ambas ciudades se presume (en reiteradas ocasiones me lo dijeron) que son capitales del mundo, con lo cual no estoy muy de acuerdo y trataré de explicar mis razones. Las dos ciudades, divididas por el anchísimo río de la Plata, son ciudades que atraen muchos visitantes y podemos decir que son cosmopolitas por ello, más Buenos Aires por supuesto. Vi poco turismo gringo o canadiense, se refugiaban en los McDonalds o Burger Kings, y más europeo, asiático y latinoamericano. Lo que si es muy notable, aunque les cueste trabajo admitirlo, es la enorme cantidad de brasileños por todos los lugares, haciéndoles el gran gasto en turismo. La dependencia reciente a los brasileños obliga que taxistas y demás operadores de turismo ya se acostumbren al portugués como el segundo idioma más usado, desplazando al inglés. Una diferencia notabilísima es que mientras en Uruguay están conscientes de la importancia del turismo y saben que representa su segunda fuente de ingresos (la pimera es la Agro-ganadería), en Argentina la desdeñan como pensando que de cualquier forma la gente tendría que visitarlos. De hecho cuando comentaba con mis contactos argentinos que iría a pasar la navidad allá y que mi mamá tenía un tiempo compartido en Buenos Aires, todos, sin excepción, se admiraron y me preguntaron por qué elegí vacacionar en Argentina. No se ubican como destino turístico y eso se refleja en el servicio que prestan, a diferencia de Montevideo, vuelvo a decir, donde los servicios son más atentos, puntuales y hasta cálidos, como a lo que estamos más acostumbrados los turístas exigentes (no los de mochila, sin demeritar la condición, sólo para puntualizar). Viniendo de mi parte la oferta gastronómica tiene un lugar primordial y ambas ciudades salen mal en la evaluación. Carecen de variedad internacional y su comida tradicional o autóctona no tiene el relieve de calidad en los platillos (del servicio se puede aplicar lo mismo que ya mencioné) que se espera. Lo cierto: si quieren visitar un buen restaurante argentino, no vayan lejos, son mejores los que tenemos en la Ciudad de México. Que me perdonen pero no hay allá un restaurtante como el Rincón Argentino, como el Puerto Madero, como Mi Viejo o como los Cambalache, todos ellos en México. Todos los guías y las personas que consulté en Buenos Aires, por ejemplo, mencionaban como los tres mejores restaurantes a La Cabaña de las Lilas, La Vaquita y el Bice, ¡para una ciudad de más de 3 millones de habitantes! Imaginen si 10 personas en el DF nos recomiendan restaurantes, yo creo que sería muy difícil que coincidieran en uno de tres. Eso habla de la variedad en la oferta, ahora que si ya entramos al terreno del servicio diré que por lo menos es desatento en general y en ocasiones poco profesional. Los platillos eso sí están a la vanguardia en presentación pero se extraña el arropo de las guarniciones que se han desarrollado por acá para potenciar dichos platillos y que allá ni imaginan. Para mí si el tema gastronómico no es excelente no se puede ser capital del mundo y aplico una vieja fórmula que utilizaba cuando viajaba de estudiante a la provincia mexicana: si en un lugar no puedo satisfacer mi apetito de unos Hot Cakes (por dar un ejemplo clásico) a las 2 de la mañana, no me encuentro en una ciudad o capital, me encuentro en un pueblote, por más bonito y primoroso que sea.


El Palacio de Gobierno, la famosa Casa Rosada

Así que derrumbaré dos grandes mitos para los visitantes mexicanos que vayan a Buenos Aires: No esperen las más deliciosas y gratas comidas ni vayan pensando en surtirse para todo el año de prendas y calzado de cuero, se consiguen mejores y más baratos en León, Guanajuato. Pero no se alarmen, Buenos Aires tiene más que eso: una admirable oferta de teatros grandes con imponentes producciones, sobretodo musicales; una inmensa red de librerías donde se encuentran títulos insospechados e imperdibles que me hicieron comprar más de veinte; una gama de cines, sin ser los grandes complejos de salas de acá pero con una valiosa exhibición marcada por producciones de la región; una gran actividad de filmación en locaciones naturales; así como una apuesta por las herramientas informáticas de vanguardia para diseñar y soportar aplicaciones basadas en las soluciones de empresas como Microsof, Sunn, Oracle, etc. Sin mencionar sus ricos vinos y sus fabulosas cervezas, pues aunque acá se consigue con relativa facilidad la Quilmes Cristal (sobre todo en el circuito gastronómico de la Condesa), allá debí degustar la Quilmes Red, la Quilmes Bock y la Quilmes Stout ampliamente recomendables. Bueno y capítulo aparte es su yerba mate, la cual también ya se consigue con relativa facilidad en México pero no en la variedad de calidad y marcas que se me presentaron (compré una Cruz de Malta Premium), además de las materas pues están las tradicionales de calabaza, como las jícara oaxaqueñas, las de madera y hasta las desechables tipo sopa maruchan o el termo que no requiere cebarse que le traje a mi amigo Rulo. Mi elección, por si se preguntan, fue una matera de madera con incrustaciones de plata y una bombilla destornillable para su limpieza.

La altísima Catedral neogótica de La Plata

Lo que también es un agasajo es el recorrer las calles y barrios de Buenos Aires, es una ciudad muy caminable, para ir a San Telmo a la fería, de ahí a la Plaza de Mayo, a Retiro, a Recoleta y de ahí hasta los Palermos (aunque tengan los pretensiosos apellidos de Soho y Hollywood). El barrio de la Boca es otro punto particular por pintoresco pero ahí si te advierten de no ir caminando, aunque mi amigo Jesús Ruiz si lo hizo el año pasado, no sin regaño de un taxista que lo regresó al hotel. Por cierto que no le traje los alfajores que me encargó pues cuando revisé sus ingredientes me llevé la sorpresa de que contenían 20% de grasas trans, chequé tres marcas más y lo mismo, así que decidí que no podía llevarle algo así. El único alfajor que vi que decía 0% de grasas trans fue el que nos dieron en el vuelo de regreso en Mexicana, seguro porque los requerimientos de calidad de la aerolínea así lo exigieron pero parece que allá aún no se preocupan de esas cuestiones, pues también en leche envasada sólo se encontaban de tipo entera y semidescremada, sin todas las variedades que contamos en paises con más exigencia de consumo, lo mismo pasa en los yougurths y en las golosinas. Hablando de supermercados, los que predominan son los Carrefour y sólo ví un Wal Mart, aunque no con las dimensiones de los que estamos acostumbrados sino más pequeños, y buscando productos de empresas mexicanas me dió gusto encontrar una línea extensa de productos La Costeña, aparte de los infaltables de Bimbo y Cerveza Corona.


Palacio del Congreso en Montevideo, Uruguay

En resumen, si tienen oportunidad no dejen de visitar ambos países, de Uruguay ya me había referido en el post anterior y de Argentina puedo decir que es un grandioso país que nos ofrece su fortaleza en varios rubros y la franqueza fértil de sus paisajes. La gran diferencia que veo es que los primeros saben lo que tienen y sobre ello ejecutan, en cambio los argentinos, tal vez igual que los mexicanos, no sabemos a ciencia cierta lo poderosas que son nuestras naciones y no planeamos bien porque no existe un diagnóstico acertado de las fortalezas y debilidades.

Saludos y esperemos, una vez de vuelta, encarar con energías renovadas el nuevo año 2010!


 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.