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27 feb 2010

Alianzas entre partidos políticos y redes sociales


En días recientes ha sido un tema de gran actualidad en México (un hashtag se diría en Twitter) las alianzas de partidos políticos, otrora impensables por su rivalidad, que han sido pactadas, tan solo pensadas o esbozadas por alguna filtración periodística, de taberna o banquetera. Los análisis en los medios electrónicos de comunicación, para separarlos debido a su claro sesgo informativo, por lo regular son muy pobres pues carecen de la decisión de ir más allá de la exposición de datos y se quedan en la complacencia y el cuidado de sus respectivas tribunas lucrativas. En los medios impresos sucede lo anterior un poco menos y se llegan a leer, sabiendo buscar, voces discordantes del discurso oficial o del que resulta políticamente correcto para los usos convenientes del mismo. Sin embargo, ha sido en internet y particularmente en las redes sociales donde se ha desplegado el mayor cúmulo de críticas a la verdad mediática oficial, habiendo desde razonamientos muy bien estructurados, hasta las más viscerales incontinencias verbales, pasando por un prodigioso ingenio de imágenes que reivindica nuestra mexicanidad, de hecho no sólo en este tema sino en casio todos los que van ocurriendo en nuestra cotidianidad. Es está última situación la que parece haber encendido focos rojos, o cuando menos amarillos, en altas esferas del gobierno, las cuales han lanzado como respuesta a sus rabiosos bulldogs con micrófono a despotricar contra las redes sociales, particularmente contra Facebook y Twitter, soltando toda clase de exageraciones y ocurrencias como para atemorizar a la gente, por el simple delito de haber transportado dicha tribuna de información y discusión (para ellos sería tal cual como un secuestro) fuera de los medios tradicionales y por ello, fuera del control ejercido. De este modo fuera significa esencialmente: libre, no del todo pero sí de los amarres convenidos entre las oligarquías, los cuales venían funcionando efectivamente con sólo ciertos ajustes desde hace muchos años. 

Regresando al tema de las alianzas entre partidos políticos y pensando en la geometría política tradicional de derecha, centro e izquierda, uno podría pensar que los extremos son más difíciles de juntar, pero en política dice un sabio refrán: todo se vale. Y es lo que hemos visto al aliarse el PRD con el PAN para ciertas elecciones. Así también es tiempo de definiciones de los líderes de opinión y algunos ya lo han hecho, aún contra la opinión de los que creen que se demoraron mucho, pero es mejor sopesar las causas y efectos que soltar un exabrupto desinformado. En ese tenor Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha pronunciado por estar contra alianzas de la izquierda con el PAN y ha reconvenido a su partido el PRD, como al PT de no seguir haciéndolo por sacrificar principios en aras de votos y advirtiendo que no hará campaña con dichos candidatos resultantes de las alianzas de marras. Yo no satanizo las alianzas, sino que al contrario, pienso que se justifican plenamente como en el Frente Amplio Progresista (FAP), hoy rescatado y renombrado como DIA; y tantos casos anteriores tan genuinos como el mismo Frente Democrático Nacional (FDN) de 1987, que después evolucionaría en el PRD, donde es mayor la coincidencia de miras en puntos fundamentales. A mi juicio, para el caso que un partido, como el PRD, que pretende ser de izquierda progresista, se requiera aliar con un partido de derecha clerical, como en los hechos es el PAN, se deben exigir algunos puntos de acuerdo o deben imperar situaciones extremas como las que expongo:

  1. Evidencia de una presumible elección de estado en ciernes

  2. Obstrución o cierre de los caminos democráticos normales (p.ej. cancelación arbitraria de registro)

  3. Postular preferentemente como candidato común a un personaje independiente de ambos partidos

  4. Compartir la candidatura con al menos otra fuerza política para ser realmente una coalición

  5. Asegurar una agenda común de gobierno con penalizaciones por incumplimientos

  6. Desmantelar el sistema inequitativo de competencia electoral

  7. Instrumentar nuevos mecanismos de participación ciudadana y control de gobierno

  8. Formar un gabinete no por cuotas sino por evaluación de oposición en las cámaras legislativas
Con esos 8 puntos yo me daría por bien servido y aprobaría dichas alianzas. El tema es saber si, por ejemplo, el caso Oaxaca los cumple. Creo que la última mitad no se cumple y que además no ha sido lo transparente que deseamos quienes ya no queremos otro nefasto Ulises Ruiz gobernando el estado que sea en este país. Por lo que he visto en las redes sociales, la mayoría de la gente que está a disgusto con tales alianzas suelen ser militantes de los partidos involucrados (como un servidor), pero en la gran mayoría de personas campea la idea de: todos los políticos son iguales y no perciben diferencias. Esto es lo que debería preocuparle a los órganos de dirección del PRD, pues es una estrategía vieja pero efectiva de la derecha que cuando se sabe rebasada tira lodo a todo el sistema para igualar el desprestigio, para lo cual acude incluso a robar banderas de la izquierda misma. Esto es, por ejemplo, cuando a la izquierda le funcionó pedir que no subieran los energéticos, la derecha promete lo mismo sabiendo que ya en el gobierno no cumplirá, pues su objetivo real es que ya no se crea en la posibilidad de que no suban, con el gobierno que fuera. O cuando la izquierda se sirve de grandes concentraciones y manifestaciones públicas, la derecha también convoca a su marcha por la seguridad enteramente planeada desde el gobierno para relegarlas a lo teatral y anecdótico, queriendo demostrar la nulidad de dicha acción de protesta. En resumen, se pretende igualar la mediocridad de las opciones políticas en la mente colectiva cuando no les favorece el escenario y diferenciarse muy bien cuando mejora la situación para ellos. Eso lo han sabido hacer muy bien y es una receta probada que viene de experiencias extranjeras, desde las disputas del gobierno entre la monarquía y los republicanos en la Francia Napoleónica, o incluso antes.

En las redes sociales, al menos en mi experiencia en Twitter y Facebook, se han creado consciencias críticas que saben detectar a los troleros (dícese troll a quien entra a los foros o conversaciones sólo para molestar y denostar sin fundamentos y que suelen ser adoctrinados o pagados por oficinas de gobierno o del PAN) a quienes combaten con mejores argumentos y que están más dispuestos cada vez al intercambio de ideas para un aprendizaje contínuo. Yo he tenido la oportunidad de intercambiar opiniones y sarcasmos con políticos como Alejandro Encinas, Graco Ramírez, Lenia y Martí Batres, Porfirio Muñoz Ledo, Dante Delgado, así como con periodistas y muchos personajes del ciberespacio que aportan su tiempo y reflexiones, reaccionando más rápido y de forma más virulenta (entendiéndose como una propagación mayor) que cualquier medio de comunicación tradicional. Siguiendo así, no creo que se tarde en construir grandes y verdaderas alianzas, donde no se traicione al aliado una vez obtenido el triunfo, que no botín como se le suele ver.

Por ello, dichas redes sociales se han covertido en una piedra en el zapato o una patada en el trasero, como dirían los gringos, para los métodos tradicionales de control mediático, pues ocurre una elección de las amistades y contactos que uno autoriza, busca o agrega y si la actividad es constante y afín, se va produciéndo un crecimiento en número e impacto de dichas comunidades que dejan la virtualidad para convertirse en verdaderas e incómodas realidades que se estrellan en la cara de los sorprendidos y estupefactos poderes establecidos, quienes sólo atinan a reaccionar institivamente: por miedo básico.

En tanto, seamos más que meros observadores: seamos partícipes y testigos con conocimiento de causa, del crecimiento de una consciencia ciudadana que transforme los usos de la política y la vida nacional.

Saludos a tuiteros y feisbuqueros!

 
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