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13 nov 2010

Para romper la espera


Publico el siguiente poema precisamente para lo indicado en el título del post, pues ya la espera ha sido larga y desde agosto no ponía nada. No se me ocurre otra forma, así que no sé si sea la mejor o la peor manera pero es la elegida. Espero guste.

CADA VEZ QUE VAS.

Es esta ilusión seca entre mis manos,
desconcierto de ansiedad que confunde.
Dejas que la emoción de amarte muera
lentamente en agónico delirio:
tu frío cuerpo ahoga cualquier furor,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Ni al alba abrazas en tu fugaz huída
mientras siempre en soledad amanezco.
Aunque tu vivo recuerdo acrecienta
la añoranza, mi desesperación
por ella se agota con la costumbre,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Seguridad tengo por tu retorno
porque vas y llegas como la noche,
actitud marcada por la rutina:
madrugada, partida sigilosa;
y tu vuelta al atardecer entrado,
siempre candorosa y despreocupada,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Durante la misma excitación en turno
dominas las satisfacciones plenas,
donde transformas al más triste ocaso
en dúctil pináculo con tus formas,
trastornándome por ello cruelmente,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Ya sé que no eres para todo el día
y menos aún para toda la vida,
mujer, pero cada vez que te tengo,
nunca es fácil dejarte partir.
Quisiera poder prolongar el tiempo
aquel donde compartimos el arte
vivificante de amar, de sentirnos,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Los celos acabaron incrustados,
lacerándome segundos, minutos,
horas y días con sus acciones cruentas,
salvo por saber que hoy volverás
como en todas las noches precedentes,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Aunque la duda del camino diario
persistiera por años en mi mente,
me quedo con tu oscuridad nocturna
y pierdo tu diurna luz engañosa,
cada vez que vas, cada vez que vienes.

Rafael Andrés Suárez Vázquez
Por los lados del umbral
Ciudad de México, 1996.
 
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