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21 ago 2010

Fausto


El tema de la leyenda Faustica siempre me ha provocado gran apego, desde que me acuerdo, siendo un tema recurrente en mí búsqueda intelectual. Con seguridad puedo decir que el primer contacto con la historia del Doctor Fausto fue al leer el Fausto de Goethe en la secundaria, lo cual es lo más común que puede pasar. Sin embargo, no me quedé ahí, siempre anduve colectando referencias sobre el tema (que en la época pre-internet no eran tan asequibles), supe que se basaba en una antigua leyenda alemana y que había inspirado distintas versiones en teatro, cine, literatura y en la música. Cazaba cualquier obra que hiciera alusión al tema, sobretodo de música y cine que eran las más accesibles. Así conocí las obras de Richard Wagner (Obertura de Fausto), de Franz Liszt (Sinfonía Fausto y mi gustadísimo Vals Mefisto), de Héctor Berlioz (La maldición de Fausto, de la cual vi la transmisión de la Opera desde el Metropolitan de Nueva York). Aunque en Cine pude ver varias películas con un gradiente de calidad de los más burdo a lo bueno, aún no encuentro una película sobre Fausto que me llene totalmente. Habría que hacerla ahora con las posibilidades tecnológicas existentes, siendo ya una meta por realizar. Además de lo anterior, mi gato más querido se llamó Mefisto, por el demonio Mefistófeles que encandila a Fausto para el trato sobre su alma, mi nick de siempre también ha sido mefisto (p.ej. mi correo: mefistomx@hotmail.com, al cual le tuve que agregar el mx porque alguien ya me había ganado el nombre) y mi primer novela (aún sin publicarse) también se llama Mefisto, con el subtitulo Príncipe de las Tinieblas.

El Fausto de Rembrandt

Con el conocimiento y manejo de los elementos antes reseñados, fui a Praga en la hoy República Checa, y me encontré con la casa del Doctor Johannes Fausto dentro de las atracciones del City Tour comercial. Algo que no contaba en hallar, siendo que dicha ciudad también me atrajo desde hace mucho y sabía de muchas de sus construcciones y leyendas típicas, ¡pero de esa no! Así que tuve la suerte del cazador: la oportunidad. Fue en Praga, entonces, que me enteré de la existencia real del Dr. Fausto, a quién se le atribuye la leyenda y quién vivió (siglo XV) además de ahí en las ciudades alemanas de Colonia y Leipzig, lo cual está documentado en diversas referencias de la época, tanto civiles, como de la iglesia y de la casa real. La casa como tal no fue la suya sino que se edificó posteriormente en el mismo predio o muy cerca de su actual ubicación en la Plaza de Carlos (Karlovo náměstí en Checoigual nombre que la estación del metro), sin embargo, lo importante es que contiene el acervo documental que exhibe como museo, además de ser señalada como embrujada según posteriores inquilinos y propietarios famosos como Edward Kelly, el famoso alquimista inglés de la corte de Rodolfo II. También estando en Praga pude leer el manuscrito de la leyenda alemana que data de 1580 y que sentó las bases de todo el desarrollo posterior del mito, dónde se descubre a un Dr. Johannes Fausto inventor (p.ej. de la imprenta antes que Gutemberg), teólogo y alquimista avanzado. Después de eso me determiné a buscar en internet cualquier referencia al tema pues con esos hallazgos, un tanto fortuitos, las energías de búsqueda fueron renovadas. Casi un año después busqué en Buenos Aires la Trágica Historia del Doctor Fausto del inglés Christopher Marlowe (publicada en 1601 a partir de la traducción al inglés de la versión de la leyenda alemana de 1580), la cual había buscado antes, sin éxito, en unas cuantas ocasiones en la Ciudad de México. Para mi grata sorpresa, encontré cuatro ediciones distintas, decidiéndome por la más antigua, que también era la más barata (¡5 pesos argentinos!) aunque no fue por eso, sino porque el prólogo era del admiradísimo maestro francés Víctor Hugo. Dado que me traje muchos libros de Buenos Aires (como 20) que se sumaron a la fila preexistente por leer, es apenas que acabo de leerlo, ocho meses después de haberlo comprado, siendo éste el motivo de la entrada al blog. En dicho genial prólogo y en sus anotaciones en el cuerpo de la obra, Víctor Hugo hace una comparación del Fausto de Marlowe con la leyenda original (o al menos la más antigua existente que se tiene como tal) y con el Fausto de Goethe, publicado en 1808. En términos de arte, las dos primeras no tienen nada que hacer ante la gran obra del poeta alemán, por ello es un clásico absoluto de la literatura universal. Sin embargo, se tiene que considerar la época de la que datan pues el dominio de los dogmas de la iglesia hacían imposible expresarse de otra forma que no fuera moralmente aceptable, por ello su tono de condena a las conductas heréticas y sus constantes llamados a seguir las santas escrituras, aunque en Marlowe se llegan a esbozar pasajes de ciertos guiños a contravenir los paradigmas imperantes en aquellas épocas.

La Casa de Fausto en Praga

Y bueno, para quienes no le hayan entrado aún a esta fascinante historia de Fausto, donde este gran sabio decide venderle su alma al Diablo, por intermediación de uno de los fieles sevidores de éste: Mefistófeles, a cambio de 24 años de juventud, conocimiento y poder mágico; les recomiendo ampliamente sumergirse a la mejor obra de éste tema mítico: el Fausto del gran poeta alemán W. Goethe.




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