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18 jun 2011

Un Dios para creer



Creer en un Dios es una necesidad inherente al ser humano. Como tal no escapo a dicha necesidad pero si rehuyo de la convencional idea de un Dios, como el que promulga la fe cristiana y católica, por mencionar las más comunes para los latinoamericanos. Prefiero creer, y lo creo firmemente, en una fuerza superior, creadora del universo como un sistema de poderes que sostienen la vida y la muerte en un ciclo sempiterno.

No profeso religión alguna pues creo que faltan a sus principios ontológicos, beneficiando marginalmente a la sociedad en que se desenvuelven. La Biblia la considero una gran obra maestra literaria de importancia clave como documento antiguo, de mayor valor antropológico-social que histórico. A Jesucristo lo creo un profeta al igual que Mahoma, Buda, Juan Bautista o Quetzalcóatl, de quienes se pueden obtener valiosas enseñanzas pero no siento deber alguno de rendir culto alguno a dichos personajes.

Si he de hallar un Dios antropomorfo, no sería el Dios misericordioso que nos han comercializado, sino uno justo que se apegue a reglas claras de superación; tampoco sería el otro extremo del Dios castigador, pero sí quien dirija las rutas consecuentes a las conductas propias de los destinos, para cada uno y la humanidad entera.

Quiero encontrar respuestas coherentes basadas en la inteligencia y no dogmas de doctrinas cerradas que no evolucionen. Por ello mi aversión a las religiones, porque resultan indefensas a cualquier crítica objetiva y sólo atinan a la condena y la descalificación por decreto de las objeciones en su contra. Me he acostumbrado a buscar dichas respuestas por mi propio camino, de forma autodidacta y en la discusión con personas abiertas a escuchar otras posiciones.
Sin embargo, la presencia de un Dios en mi vida no es algo que me obsesione o considere prioritario. Puedo creer en él, pero no siento la necesidad de consagrar mi vida a su estudio o pleitesía. Si existe un por qué deba acercarme más a él, será así; si no, puedo seguir en la sana distancia que he mantenido hasta ahora.
En conclusión, siempre he tratado de ser tolerante y abierto para entender nuevas ideas y posiciones para poder asimilarlas dentro de mi ideología y proceder. Consecuentemente, las cuestiones de religión y creencia en Dios no se apartan de ello.

Rafael Andrés Suárez Vázquez
Septiembre 16 del 2001, Ciudad de México.


PD. Hallado en mis archivos recuperados de aquellos años y que, por seguir vigentes sus conceptos, consideré publicarlo aquí, una vez que he sostenido charlas recientes sobre el tema y porque sigue siendo una pregunta que frecuentemente se me hace.
 
¡Saludos religiosos!

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