La
nota periodística de ayer, no por razones exclusivas al afán informativo,
volvió a estar alrededor de la figura de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), su
presencia y acto en Nueva York (NY) donde presentaba su propuesta a favor de
los migrantes hubo de suspenderse por decisión enteramente de él mismo. Los
ánimos generales empezaron a enrarecerse y llamando a la calma AMLO manejó muy
bien ahí la situación: Hizo pasar al frente a los portadores de los dos carteles
en contra suya, los mantuvo a su lado. Apaciguó a los que exigían fueran
retirados e incluso él mismo fue por una de las pancartas que había sido arrebatada
y la devolvió a quien la traía. Decidió suspender su discurso pues consideró
inadecuada la tensión creciente y por la seguridad misma de los manifestantes,
como lo dijo. Tal vez, pudo haber mencionado el tema del que lo acusaban, la
supuesta y falsa cercanía con los Abarca, pero no lo hizo. Ese fue el inicio
del desencuentro en NY entre dos movimientos: el de los Padres y Madres de los
43 desaparecidos de Ayotzinapa y el del Movimiento de Regeneración nacional
(Morena), convertido ya en partido político. Y digo, desencuentro en NY porque
ha sido una cadena de ellos en varios de los mítines por los 43, de lo cual he
sido testigo.
Aún
hubo otro episodio afuera, cuando a la salida de la camioneta donde iba AMLO en
la ventana de copiloto, fue increpado directamente por Antonio Tizapa, padre
del normalista desaparecido por el gobierno mexicano Jorge Antonio Tizapa, y el
tránsito lento y el vidrio abajo se prestaron para un breve y fortuito
intercambio entre ambos. Tizapa le reclamó por su pasado perredista y supuesta
vinculación con el exgobernador Aguirre. AMLO lo mandó a reclamarle al ejército
o a Peña Nieto, llamándolo provocador, y se perdió cualquier posibilidad de un diálogo
más prolongado. AMLO no conocía a Tizapa ni lo ubicaba como padre de uno de los
43 desaparecidos, no tenía por qué ubicarlo, si aún quienes hemos seguido ese
lamentable hecho no podemos relacionar completamente tantos nombres como
rostros. Es incontrovertible que Antonio Tizapa es un actor legitimo en el
reclamo de la resolución del destino de los 43 de Ayotzinapa y que no puede
tomarse como “provocador”, en el sentido común de persona infiltrada y pagada
por intereses adversos con el único fin de reventar. Pero sí, en los hechos de
la definición de la misma palabra, cuando uno decide manifestarse en realidad
busca provocar una respuesta y llamar, de manera válida, la atención mediática
hacia temas que sino permanecen ocultos o desplazados. Tan es así, que un
personaje del sistema como Ciro Gómez Leyva entrevistó hoy mismo a Tizapa y
antes nunca lo hizo. O tipos deleznables como Felipe Calderón que desató la
guerra contra el narco y que siempre consideró a las victimas de Ayotzinapa
como daños colaterales, quienes nunca merecieron sus condolencias, ahora hasta
condenó la reacción de AMLO alborotando a los Margarabots de la campaña de su mujer, los cuales en jauría no
desperdician oportunidad para atacar. Aunque también hubo tuiteros de Morena
que tundieron sin comprender a gente talentosa como Tryno Maldonado, a quien
debemos el testimonio más contundente y sensible sobre Ayotzinapa (Ayotzinapa,
el rostro de los desaparecidos).
Respeto
y admiro la lucha de Antonio Tizapa en NY, sé que los años que lleva allá no son
por gusto sino por necesidad (no puedo ni imaginar el dolor por su hijo), y
estuve al lado de su valiente esposa Hilda en la última marcha de Reforma al
Hemiciclo, sólo espero que no se deje llevar por el camino que le conviene al
PRIAN, en la trampa del régimen criminal
como bien dijo Epigmenio Ibarra, de quien es encomiable su diario pase de lista
del 1 al 43 para no olvidar sus nombres ni el hecho que aun nos sangra. No
olvidar, tampoco, que los simpatizantes de AMLO y militantes de Morena siempre
hemos exigido justicia y esclarecimiento de la desaparición de los normalistas
de Ayotzinapa, como ningún otra instancia política.
En
tanto, Morena debe aprender a respetar otros movimientos desde la distancia
sana y la cercanía reconfortante, que nos sientan junto sin desconfianza de las
acciones. Eso le cuesta trabajo entender a varios compañeros de lucha, mantenerse
al margen de las decisiones autónomas de movimientos sociales. Por otro lado,
no soy quien para aconsejar algo, ni es mi intención, al movimiento de Padres y
Madres de Ayotzinapa, mucho menos decir si fue error; en todo caso, prefiero
llamarlo desencuentro y desde la posición de ambos lados me duele mucho ese
desencuentro repetido en tantas manifestaciones, con amigos enfrentados dejando
de lado las coincidencias mayores.
Si
nomás AMLO hubiera descendido de la camioneta o hubiera invitado a subir a
Tizapa y sostener un diálogo sereno. Si nomás Tizapa hubiera entregado una
carta o solicitado reunión, se habría hecho. Eso faltó, esperemos haya otra
oportunidad como sucede cuando hay buen corazón y no odio, me consta que es
así.
Construyamos el momento de encuentros próximos hasta que la dignidad se haga costumbre como reza la frase
entrañable que resumió el espíritu de dicha búsqueda de los Padres y Madres de
Ayotzinapa durante la pasada marcha de los 29 meses de su desaparición.
http://www.sdpnoticias.com/columnas/2017/03/15/desencuentro-en-ny
http://www.sdpnoticias.com/columnas/2017/03/15/desencuentro-en-ny