De nueva cuenta se me han ido los dias, a más de 30, sin postear en este Blog. Enfrascado en las largas argumentaciones, discusiones y acciones contra la reforma petrolera (pues el término energética le queda grande) de PEMEX (propuesta tramposamente presentada por FECAL y compañía), que me ha llevado a devorar literatura e información referente, además de una carga mayor en mis trabajos cotidianos, provocando incluso que mi actual lectura del Evangelio según Jesucristo del maestro Saramago, esté pausada. Entonces he pensado como una buena distracción lúdica, el rescatar y exponer mis obsesiones a manera de unos viejos poemas, de mi tiempo en la UAM. Saludos, espero sean del agrado del personal.
OBSESIONES.
I.
En pocos ángulos estás ausente,
te puedo ver por cualquier agujero
mientras bailas sola, medio desnuda,
a través de mis miradas furtivas
que pueden traspasar cualquier muralla
como atisbar por cierta cerradura
de la puerta del bastión ungido
dónde pernoctarás hoy, vigilada.
Siempre habrá algún espacio alterno,
donde admirarte con sumo detalle:
por cristales contiguos que reflejen
destellos nítidos de tu figura
que se repitan sin fin, enmarcándola,
y rematen como parte de un juego
cual prenda en barata de oportunidad,
tu cuerpo novel, ansiado por tantos,
cuyo contoneo rítmico me encanta
y deslumbra mis ojos que no cesan
de acariciarte con omnipresencia
para siempre observarte embelezados,
mientras perdure la sabia paciencia.
II.
Cuelgo retratos tuyos adonde sea,
en todos mis rincones favoritos
por alucinaciones enfermizas,
en círculos perversos de mentiras
que ruedan sobre el océano basto
que inunda mi cabeza confundida.
Cierro ya las persianas interiores
de mis ventanas que dan hacia fuera.
Adentro, dónde los cubos psicodélicos
giran en mis pensamientos virales
en subibaja perenne que muestra
sus caras brillantes como de espejo,
proyecto videos y fotografías
acerca de ti, ambos iluminan,
de modo perpetuo y caótico,
el desván de recuerdos infinitos
donde mi sempiterna soñolencia
esquizofrénica está guarecida
y es alimentada con aquellas
diapositivas y con ellas mismas
puesta en marcha cuando se le propicia.
Canto palabras tuyas como salmos
que repetidos linchan el olvido,
al que no puedo llevarte por ocio
y juzgan aquel instante preciso
de la partida sin destino alguno,
por no hallar el menor aliciente
para continuar contigo la vida,
que se volvió larga y penosa
sin una correspondencia sincera;
y sin embargo, ese era mi universo,
con mis galaxias siempre en movimiento
con planetas de órbitas sabidas
y surcadas por cometas errantes.
Ahora colapsó como un bigbang
y ya ni sus peligros me quedaron.
III.
Te odio hasta el horizonte lejano
cuando te quiero aquí en ese instante
y encontrarte dispuesta de verdad,
con esa fuerza de ánimos rica
que sin respeto emerge con variantes
que me cubren incontroladamente
cualquier voluntad por el deseo mismo.
Te puedo así maldecir a distancia
con la misma absorta religiosidad
que cuando me recorro tu piel dulce
y exploro tu contorno con tacto
hipersensible de manos y boca,
en esa devoción perdurable
inexpresable por largos momentos
donde el puro sentimiento corpóreo
no deja manifestar verbo alguno
ni consentir deserción posible,
a este inmaculado rito carnal,
que se encumbra en la absolución meta
de llegar hasta el final en libertad
perfecta de culpas y de conciencia.
Rafael Andrés Suárez Vázquez
Por los lados del Umbral
Ciudad de México, 1996.