Quise comenzar con ese título porque representa la actualidad de esa relación de pertenencia pero que antes era a la inversa, la naciente ciudad era propiedad de su fundador que regía desde su propio castillo. Ciudad y castillo, ambas llevan el nombre de dicho visionario, Francisco Piria, que vislumbró una ciudad balneario de primera para atraer a los millonarios argentinos de principios del siglo XX. Por ello trazó la ciudad con nombres de calles argentinos, a la avenida principal que bordea la costa le llamó La Rambla de los Argentinos y al hotel más fastuoso que contruyó lo nombró Hotel Argentino, cuya inauguración marcó todo un suceso en 1930, tres años antes de su muerte. Hacía traer a los turistas por Barco y en un Tren que el mismo financió y que corría en el carril central de la misma rambla, el cual hoy se puede ver deteriorado por los años y el uso en un museo. El alquimista y masón uruguayo emigró desde muy chico a Europa donde aprendió tales artes y conocimientos, regresando años después a su natal Montevideo, cuya antigua residencia es hoy el Palacio de Justicia, para después hallarse con el cerro de San Antonio y quedar maravillado con la vista y energía que detectó en esa zona para fundar su ciudad. El primer Hotel que construyó fue el Hotel Piriápolis de 1904, que funciona actualmente como colonia de vacaciones para estudiantes, y después el Hotel Colón de 1910, donde me alojé.
El lujoso Hotel Argentino
Aparte de la hotelería y todo lo que conlleva; pues cada hotel se encuentra equipado con restaurante y además el hotel Argentino con Casino, salones de banquetes, jardines y piscinas con mucho lujo; Piria colocó sendas esculturas en los sitios energéticos que delimitaban la ciudad: una reproducción de la venus, la stella maris, una cruz monumental en el cerro Pan de Azúcar y un toro de bronce en el cerro del mismo nombre (hay otra llamada virgen del mar en el cerro de San Antonio pero esa no la puso Piria). Sin embargo lo que más me impactó, aparte del castillo, fue la Catedral que construyó para la supuesta boda de su hija y que la iglesia católica rehusó tomarla por su arquitectura y motivos claramente masónicos, quedando inconclusa y muy deteriorada en la actualidad pero que la harían un envidiable set natural para filmar películas, de hecho toda la ciudad se presta bien para ello.
El Hotel Colón, como sacado de un cuento
El Castillo si queda algo lejos del trazo de la ciudad y antes hay que pasar por las colonias que Piria dispuso para sus obreros, quienes edificaban las obras, y de los propios trabajadores del castillo y los viñedos y olivos aledaños, emulando las mismas combinaciones de los feudos medievales europeos. No distaba mucho de las haciendas porfirianas de ese tiempo en México pues también contaba con una tienda de raya donde los trabajadores compraban todos sus alimentos, ropa y enseres reciclando sus honorarios. El portal de entrada al predio del castillo sigue siendo el original de 1897 aunque el camino y los jardines si se encuentra algo descuidados, al llegar al castillo propiamente ya se lleva uno la mejor impresión pues no espera uno que en Sudamérica pudieran encontrarse castillos y no porque en Montevideo o Buenos Aires no haya construcciones mas bellas o suntuosas que ésta, no es por ello, sino porque se trata de una reproducción de un castillo a la usanza medieval debido a las creencias de su autor. Tampoco voy a decir que está al nivel de los castillos francéses, alemanes o checos, incluso es inferior en dimensiones y belleza a nuestro Castillo imperial de Chapultepec en México (del siglo XIX), ese no es el caso, el tema es su trazo y motivos alquímicos, sus perros guardianes, los leones alados, el piso de tablero de ajedrez, la herrería rómbica, la flor de lis, etc.
Un detalle del Castillo de Piria
En resumen, la visita a Piriápolis es muy recomendable pues se encuentra como a 2 horas del bullicio de Montevideo y puede ser punto intermedio para de allí partir a visitar Punta Ballenas y Punta del Este, ambas sobre la carretera interbalnearia, tomado en cuenta que la segunda está a tan solo 40 minutos y un Omnibus nos deja de terminal a terminal en ambos centros de ciudad. Otra opción claro, es rentar un auto e ir y venir, de cualquier forma será más barato que alojárse en Punta del Este pues la comida ahí también es exageradamente cara de acuerdo a la relación servicio-precio que estamos acostumbrados por ejemplo en Cancún. Miren que una Pepsi de lata (porque comencé una nueva abstención-boicot a la Coca) al equivalente de $70 pesos mexicanos es algo que escandaliza, ¡que si no!
La playa de Piriápolis y la rambla desde el Hotel Colón
Por otro lado, en cuanto a las playas las de los 3 lugares, y otras más que pasamos, son muy similares: arena blanca (casi como la de Cancún pero no tan fina), playas cortas por el trazo de los caminos, agua no salada porque son playas de rio, de diversas tonalidades de color marrón (como sutílmente dijo un uruguayo) y de temperatura no muy cálida aunque afuera el sol queme sabroso. Por la vista, y lo notarán en la foto anterior, se me figuró la playa de La Paz en Baja California Sur en México (¿será que tengo ganas de regresar por allá?). Saludos y espero, si la estabilidad de la conexión de internet lo permite, reseñar muy pronto los pasajes de Montevideo y Buenos Aires..