El título de este post corresponde a mi principal deseo para este nuevo año. Para mis amigos, mi sociedad, mi país y el mundo entero. Requerimos empezar por nosotros mismos, cada quien en su análisis interno para de ahí lanzarlo al exterior. ¿Cómo podremos lograr un mundo mejor si no practicamos la tolerancia hacia diferentes posiciones? Pueden caber en el mismo planeta el uno y el otro sin requerir el exterminio o aplastamiento de alguno. Mucha gente puede estar de acuerdo en lo anterior en el plano general, aplicado al orbe, en lo internacional. Pero ya entrando en el día a día, descubrimos que la intolerancia reina por doquier. Y quiero referirme exclusivamente a la intolerancia negativa (ideológica, religiosa, racial, económica, social, orientación sexual, generacional, etc.) y no a la intolerancia positiva, que es aquella que nos evita solapar corrupción, delincuencia, deshonestidad y otras lacras, de la cual no objetaré nada.
Habrá ocasiones y particularidades donde nos sea difícil mantenernos tolerantes, lo digo por experiencia propia, sin embargo, creo que se debe aplicar como una disciplina y evaluarnos constantemente, y si viene al caso remediar nuestras desviaciones.
En medio de la asesina maniobra del estado más bélico del mundo: Israel (es el que destina más porcentaje de su PIB a la milicia y el que tiene mayor gasto por habitante en ese mismo rubro) sobre el territorio de Gaza, tenemos pocas y débiles condenas en los medios, pero sobre todo en la gente común. Parece ser que la calidad de víctimas que lleva el pueblo judío desde la segunda guerra mundial le permea al estado de Israel de éstas condenas, además claro del manejo cúpular de sus intereses financieros a nivel mundial y sus relaciones y protecciones desde puestos directivos de organismo internacionales (como el FMI y tantos otros) donde tiene valiosos alfiles clavados. Situación que no gozaron Estados Unidos ni el Reino Unido con su invasión a Irak, la cual provocó el casi rechazo unánime mundial. Así empezó el año, con este clima de total intolerancia por el pueblo judío a una religión y cosmogonía distintas, pero sobretodo por querer avasallar al otro mediante la fuerza sin intentar comprenderlo, amén de todas las demás razones políticas y económicas de esta guerra, que son los verdaderos móviles, así como en la invasión a Irak era apropiarse del petróleo, aquí puede haber otras razones para ello.
En ese curso de cosas donde no parece tener cabida la tolerancia es que deseo que sí la haya, que crezca en nuestros corazones y se propulse en cada una de nuestra red de amistades para que se vaya expandiendo en ondas de buena actitud. ¡Vaya que es un buen deseo, espero que no sea demasiado cándido!
Y para rematar estas reflexiones, recibo las maldiciones de una vieja amiga (que omito su nombre por no personalizar y subjetivar el comentario) por no corresponderle su amor confeso y obseso por mí, como si estuviera obligado a ello, y en reacción a mi respuesta mediante sonrisa y no con llanto o pesadumbre mayor como ella seguramente esperaba. Tal vez no fui sutil ni cordial pero si honesto y tolerante. Lo cual ella no y por eso encaja esta situación en el tema del post. Debemos ser tolerantes para comprender que la persona que queremos pueda no querernos, al menos de la misma forma. Y después de aclarado ese punto ¿cómo se puede entonces pasar al todo o nada y romper la amistad definitivamente y desear profundamente que le vaya mal a la persona que no corresponde ese amor egoísta e insano? ¿cómo se puede ser altermundista, artista crítica y fustigadora de la intolerancia internacional sino se práctica una mínima tolerancia a la elección sentimental? De locos, el mundo es de locos y pasiones que lo atormentan.
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