Disertaciones sobre la Cábala y la Relatividad.

Motivados por el aniversario 100 de la postulación de la teoría de la Relatividad por Albert Einstein (Suiza, 1905), nos hemos dado a la tarea de reflexionar sobre ella a la luz de fuentes alternas al conocimiento establecido y preponderante en el mundo actual.

Partimos del origen judío de Einstein y su conocimiento sobreentendido, por ello, de la cábala, así pasaremos a la interpretación mediante ésta, de la teoría de la Relatividad y las consecuencias que se deriven.

De acuerdo a la significación de las letras y su equivalente numérico según la cábala, tenemos que de la famosa ecuación de Einstein, E = mc2, da como resultado individual de cada componente: E = 5, m = 40, c = 3. Ahora desarrollaremos el significado de esos números de acuerdo a la cábala, lo que nos dará una descripción más reveladora.

C = 3, el numero 3 representa el equilibrio, el triangulo, la trinidad, el verbo (dios encarnado). Elevado al cuadrado como lo encontramos en la fórmula, E = mc2, el numero 3 nos da 9 que a su vez significa el fin o culminación de los tiempos o el limite de éste.

M = 40, la letra m corresponde al numero 40 y éste significa camino, peregrinaje, aprendizaje, purificación, preparación.

E = 5, el numero 5 corresponde a la letra E, figura del pentágono, y dicho numero se identifica con la vida absoluta, espíritu, alma, conocimiento.

Por lo que, siguiendo estas interpretaciones cabalísticas, la connotación de la fórmula entera sería:

Espíritu = Peregrinaje por el equilibrio hasta la culminación de los tiempos

O sea que, te volverás espíritu (de vida y conocimiento absolutos) al llevar un peregrinaje o camino con equilibrio hasta el final de los tiempos. O bien:

Conocimiento = Aprendizaje por el verbo al límite de los tiempos

O sea que el conocimiento del todo llegará cuando el aprendizaje llegue a través del verbo, multiplicándose al límite del tiempo, a su final, como una revelación. Entonces podremos estar llegando a la formulación alquímica de la obtención de la piedra filosofal.

Como enuncia el principio de la Vibración del Kybalión, al aumentar ésta se podría ser etéreo y estar en varios lugares al mismo tiempo pues podríamos retrasar y atravesar éste. Conseguiríamos por tanto la omnipresencia y mas allá, la inmortalidad, la eternidad.

El elixir de la vida eterna no sería entonces, un líquido para beber físicamente, tal vez, más propiamente, sería un fluido o influjo adquirido por la dominación del principio de la vibración a través de dimensiones en el tiempo.

Recordemos el sencillo y poderosamente convencedor ejemplo que exponía el mismo Einstein alrededor del mundo, cuando daba conferencias sobre ello:

Si tenemos dos gemelos idénticos y uno se embarca en un viaje espacial a la velocidad de la luz (300,000 km/h), mientras que el otro permanece en la Tierra llevando una vida normal. Al cabo de varios años el viajero regresa casi tal como se fue y con la percepción de haber estado menos tiempo en el espacio que el medido desde la Tierra, y el que se quedó en la Tierra ha envejecido más, comparativamente.

La conclusión de lo anterior es que el tiempo sólo es constante en cierto marco de referencia, tal como las condiciones terrestres proveen. Pero fuera de este marco, el tiempo se comporta como una variable conforme aumenta la velocidad, la materia se vuelve energía y, sin sustancia, llega la intemporalidad que nos permite movernos fuera de la línea continua terrestre. Podremos, así, consumar uno de los sueños más grandes: viajar en el tiempo, pero sobre todo podremos lograr el mayor: la inmortalidad, la vibración más alta, la más plena, la unión con el todo; sin masa, sin materia, pura energía; pero tal vez, con el alto cobro de perder consciencia de ello, abismando nuestra particularidad en aras de dicha agregación.

Rafael Andrés Suárez Vázquez.

Ciudad de México, Mayo del 2005.